La historia de amor que cambiará tu vida ─ Badabun

Una hermosa princesa que vivía en un lejano reino, estaba cansada y triste porque todos sus pretendientes querían casarse con ella solo por las grandes riquezas que poseía su padre, el rey. Sin embargo, ella quería un hombre que la amara de verdad, que se entregara incondicionalmente y que sin importar las dificultades estuviera dispuesto a luchar por ella.

De pronto, se le ocurrió una brillante idea: El primer día del año avisó a todos los pretendientes del reino que estaba lista para elegir a su futuro esposo, pero con una condición: solo serían candidatos quienes estuvieran dispuestos a pasar 365 días al lado del muro del palacio donde ella vivía sin separarse ni un momento de aquel lugar, a pesar de las fuertes lluvias o los infernales rayos del sol. Solo quienes aguantaran dicha prueba, serían dignos candidatos a la corona real, pues habrían demostrado gran valor, amor y perseverancia.

La voz se corrió hasta las afueras del reino y miles de pretendientes se presentaron ese mismo día, armados de mantas, comida, agua y todo tipo de cosas que les ayudaran a aguantar un año completo afuera de los muros del castillo; todos con la firme intención de conquistar el corazón de la princesa. Era enero, y la las fuertes lluvias así como los frentes fríos no se hicieron esperar; tal como la princesa lo temía, el terrible clima ahuyentó a la mitad de los pretendientes que al parecer, no estaban dispuestos a sufrir por amor. El tiempo pasaba, y las cobijas, las almohadas y todas las comodidades se iban agotando. Poco a poco, los muros del castillo se iban despejando. Llegó la primavera, luego el verano y entonces, el sol que brillaba en su máximo esplendor hizo que otros cientos de hombres desilusionados y molestos, emprendían la marcha de regreso a sus hogares.

La comida se terminaba, y el agua era escasa, así que otros cientos más decidieron también marcharse. Finalmente, cuando entró diciembre, y el cruel invierno y el frío reinaban otra vez, solo quedaba un joven. Todos los demás se habían ido: algunos por cansancio, otros por aburrimiento o simplemente porque pensaron que ningún amor valía la pena. Pero ese chico, estaba ahí a pesar de todo, fuerte y seguro, aferrandose al muro como las raíces de un árbol que abrazan la tierra. Estaba solo, hambriento y sucio, esperando pacientemente a que pasaran los 365 días, para así, reunirse con la hermosa princesa, a quién había amado en silencio durante toda su vida.

La princesa lo había visto meses atrás, lo había espiado en octubre, pero en diciembre disfrazada de campesina, bajó al muro a dejarle un poco de agua y comida. Al mirarlo a los ojos aquella mujer se dio cuenta de su mirada sincera. Emocionada subió al palacio y corrió junto a su padre el Rey y le dijo: "papá finalmente voy a casarme, he encontrado al hombre que de verdad me ama"




El rey, lleno de felicidad comenzó de inmediato con los preparativos de la boda y la alegre noticia recorrió el reino entero; todos sabían que la princesa había elegido al último hombre del muro para ser su esposo. Así que la mañana del 31 de diciembre, un guardia avisó al joven que cuando se cumplieran los 365 días, el rey lo esperaba en el castillo, pues debía hablar con él de un asunto muy importante.

Sin embargo, esa misma noche, tras haber pasado los peores inviernos de su vida, después de sufrir calores infernales, hambre, sed y cansancio, el joven se levantó del muro y se marchó sin mirar atrás hasta llegar a la casa de su madre, quien con el rostro lleno de sorpresa y empapado de tristeza, le dijo: "Hijo ¿qué sucedió? Querías tanto a la princesa, estuviste ahí 364 noches y 365 días y el último día te fuiste, realmente ¿no pudiste aguantar unas horas más?

El hijo, con lágrimas en los ojos y una gran decepción en su mirada contestó: "¿Sabes madre? Me enteré que ella me había visto, me enteré que me había elegido, me enteré de que le había dicho a su padre que se iba a casar conmigo y a pesar de eso no fue capaz de evitarme una sola noche de dolor. Pudiendo hacerlo no evitó que yo siguiera sufriendo… Alguien que no es capaz de evitarte una sola noche de sufrimiento, no merece tu amor ¿verdad mamá?

Si la persona que amas pudiendo evitarte cualquier sufrimiento no lo hace ¡Aléjate! Tú mereces a alguien que te regale sonrisas y no lágrimas. El amor no lastima.

"Voz" VICTOR GONZALEZ
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